12.1.08

(HISTORIA) La lucha de las FARC-EP

Un combate por la humanidad
Miguel Urbano Rodrigues
resistir.info


Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) demuestran con su combate que en determinadas condiciones históricas, sociales y económicas, un movimiento revolucionario puede resistir, en un escenario geográfico adecuado, a todos los esfuerzos realizados para destruirlo. Lo que ocurrió en la segunda mitad del siglo XX se repite en un contexto muy diferente en el comienzo del XXI. La legendaria guerrilla nacida en Marquetalia hace cuatro décadas, no sólo sobrevivió a todas las ofensivas contra ella desencadenadas por sucesivos gobiernos, sino que se transformó en un auténtico ejército atípico que hoy actúa en más de 60 frentes, prácticamente en todo el país.

La Casa Blanca y el Pentágono identifican en esa realidad una amenaza al funcionamiento de la estrategia de dominación planetaria que el sistema de poder de los EEUU viene desarrollando. La resistencia de las FARC es considerada por el imperialismo, aliado de la oligarquía colombiana, un pésimo ejemplo para América Latina. Cuestiona su imagen de omnipotencia.

Para desacreditar las FARC se hizo así necesaria una campaña de calumnias de dimensión mundial. El bombardeo desinformativo vulgarizó la etiqueta de «guerrilla del narcotráfico» (inventada en el Pentágono por el embajador Louis Stamb) para designarla, acusando a los compañeros y compañeras de Manuel Marulanda de criminales y bandidos, aliados del submundo de la droga.

Pero la paz que durante más de dos años cambió la vida de los pobladores de los cinco municipios de la Zona desmilitarizada, transformada por las las FARC en una área de tranquilidad social, contribuyó al desmontaje de la calumnia, quitándole credibilidad.

De muchos países afluyeron a San Vicente del Caguán escritores, periodistas, parlamentarios, juristas, diplomáticos, sacerdotes que en Los Pozos y campamentos tuvieron la oportunidad de convivir con los combatientes de las FARC y sus dirigentes. Esos visitantes sacaron sus conclusiones. He sido uno de ellos.

Mientras se mantuvo esa precaria paz en una región de la extensión de Suiza, representantes de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, en conversaciones con Manuel Marulanda y miembros del Estado Mayor Central de las FARC, identificaron en ellos interlocutores respetables. Documentales que han recorrido el mundo permiten ver al Presidente Andrés Pastrana en diálogo amable con Marulanda, interesado en conocer su opinión sobre los grandes problemas del país.

De repente el cuadro se alteró.

Cuando el gobierno --que desde el inicio había saboteado el cumplimiento de la Agenda común por él mismo firmada--, invadió la Zona desmilitarizada, un nuevo discurso político fue el complemento de las bombas que caían de los cielos, en el Caquetá y el Meta, matando no a los guerrilleros, sino a pobladores, sobre todo viejos, mujeres y niños.

Ahora Pastrana, que el 7 de agosto pasará la presidencia a Uribe Vélez, injuria a Marulanda, lo trata de traficante y bandolero y ofrece dos millones de dólares por su cabeza y otro tanto por las de los demás miembros del secretariado del Estado Mayor Central de las FARC-EP. Washington aprueba. Y la mitad de esa suma es prometida como recompensa a quien mate o ayude a capturar a un comandante de frente o de bloque de las FARC. Esa es la moral de la oligarquia.

No se trata de un guión para una película de Hollywood. El discurso de los gobernantes colombianos es transmitido a los cuatro puntos del mundo, acompañado de elogios recibidos de colaboradores íntimos del presidente George W. Bush. En el momento en que escribo, Otto Reich, responsable de asuntos latinoamericanos, anda por países del hemisferio en defensa del Plan Colombia (y del Alca), esforzándose por resucitar el proyecto estadounidense de una Fuerza de intervención multinacional cuya tarea sería dar una mano al ejército colombiano. Según Reich, resultaría un servicio a la democracia si tropas del Brasil, Perú, Ecuador, Argentina y otros países del sur del continente aceptasen invadir Colombia para combatir a las FARC y destruir esa guerrilla satánica. Desafortunadamente para Bush, la misión de Reich murió en la cuna. En Brasil, los generales no quieren ni hablar de tal tema, en el Perú, la Argentina y Ecuador, la prioridad de los mandatarios, desprestigiados por las políticas neoliberales impuestas por Washington, es su propia sobrevivencia política.

[*] Escritor y periodista portugués. El original en portugués deste articulo se encontra en el sitio web http://resistir.info. Traducción de Marla Muñoz

Tomado de Rebelion

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